El episodio conocido en Colombia como “Masacre de las Bananeras”, es un retazo poco claro del panorama de la historia social colombiana. Se inscribe en las luchas obrero–campesinas de principios del siglo XX en Colombia y se relaciona con el fortalecimiento del capitalismo a nivel mundial bajo la figura del establecimiento de industrias internacionales (para este caso particular, la empresa norteamericana United Fruit Company) que se dedicaban a la explotación agrícola de extensas zonas en Hispanoamérica.
La masacre de las bananeras, perpetrada por el Ejército Nacional de Colombia, fue durante mucho tiempo un tema evadido por la historiografía tradicional colombiana. Del mismo, no se hacía referencia en los libros de enseñanza de los colegios, siendo retomado y ahondado su estudio a partir de la década de 1970 por historiadores de corte más social.
La memoria de este evento, sin embargo, se ha conservado para el colectivo de la nación a través de otros mecanismos como la historia oral, la literatura y la música popular, siendo objeto de múltiples interpretaciones y versiones. Existen, por tanto, muchos datos cuya exactitud no puede ser determinada, pero existe unicidad y claridad en los actores participantes del hecho y en los sucesos principales.
La exposición del 2008
La exposición “1928, la Masacre de las Bananeras”, conmemora los 80 años de la Masacre de las Bananeras, basándose en la versión que Gabriel García Márquez plasmó en su libro “Cien años de Soledad”. Esta era una invitación a conocer un poco más de la historia del país a partir de la literatura. La exposición trataba de fijar la mirada sobre uno de los hechos más luctuosos en la historia del siglo XX en Colombia. Uno de los más luctuosos, y seguramente uno de los más controvertidos. El número de muertos no se ha determinado y sigue siendo motivo de debate, por ejemplo.
A pesar que sobre estos hechos pesan ya más de ochenta años y a pesar de la insuficiencia de datos fiables que contribuyan a esclarecer la investigación histórica, La masacre de 1928 forma parte del imaginario colectivo de diversas generaciones de colombianos e, incluso, de más personas de alrededor del mundo.
Un imaginario social respecto un episodio histórico que se ha ido conformando, recordando y transmitiendo mediante distintas formas de expresión popular como son las canciones, la literatura –Cien Años deSoledad de Gabriel García Márquez, o La casa grande, de Alvaro Cepeda Samudio, entre otros-, o la misma tradición oral de padres a hijos.
Al parecer, más allá de las discusiones alrededor de su veracidad y exactitud, los relatos que cuentan los libros, canciones y la tradición oral alrededor la Masacre de 1928, tratan de hacer visible el pasado deunas reivindicaciones sociales que todavía se esconden entre las aguas de Ciénaga y "la zona" (bananera). Es por ello que, posiblemente, la memoria de la Masacre de las Bananeras sigue y seguirá viviendo y reelaborando las esperanzas, proyectos o desánimo de muchos hombres y mujeres que, para poder conocer, entender y avanzar, buscan dar un sentido a sus vidas.
El guión de la “Masacre de las Bananeras” estuvo soportado principalmente en interpretaciones de este hecho histórico desarrolladas por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia que habían fijado su atención a como la "Masacre" se constituyó en uno de los episodios más lamentables ocurrido en el marco en las luchas sociales de los trabajadores en los años 20 en el país. Dicha masacre se llevó a cabo en la población colombiana de Ciénaga en 1928 cuando las fuerzas armadas de Colombia dispararon a un número indeterminado de manifestantes, trabajadores de la compañía bananera United Fruit Company.
Los trabajadores de dicha compañía habían entrado en huelga un mes antes para presionar la solución de un pliego de peticiones que consideraban justas. Con este pliego, se llamaba al cumplimiento de leyes colombianas sobre el seguro colectivo y obligatorio para los trabajadores, accidentes de trabajo y habitaciones higiénicas. También se exigía aumento salarial del 50 por ciento, cesación de préstamos por vales, pago semanal, contratación colectiva y establecimiento de más hospitales. Infortunadamente, la respuesta de la compañía, fue la negación de las reivindicaciones exigidas por los trabajadores y la masacre de estos a manos del ejército colombiano que actuó en complicidad con la compañía.
Sobre la United Fruit Company
La United Fruit Company, creada en Boston en 1899, llegó a la zona bananera del Magdalena a comienzos del siglo XX, constituyéndose en una de las compañías norteamericanas bananeras que operó con gran éxito en el país a inicios de siglo. Dicha compañía aceleró una impresionante concentración de tierras, avanzando sobre pequeños, medianos y grandes propietarios. La rápida hegemonía de esta corporación en la producción y exportación bananera se hizo cada vez más manifiesta. Su monopolio fue tal que llegó a controlar cerca de 60.000 hectáreas de las cuales, aproximadamente una cuarta parte se destinaban a la producción bananera, de acuerdo con los intereses comerciales de la compañía.
El conflicto laboral que dio origen a la “Masacre de las Bananeras” dejó ver las difíciles condiciones en que se encontraban los trabajadores de la compañía norteamericana y el gran emporio que esta había construido en los pocos años que llevaba operando en el país. La UFCO tenía su ferrocarril, su red telegráfica, su sistema de irrigación, sus tiendas de mercadeo y se reservaba así mismo, el derecho de decirles a los productores colombianos que cantidad de fruta les recibía, a que precio se les pagaba y en cuales condiciones se les transportaba. Asimismo, la política laboral de la UFCO no podía ser más ilegal, pues recurriendo a contratistas no contrataba directamente al personal, y así cuando se presentaba una reclamación por salario y por prestaciones, la empresa se declaraba ajena al problema. Por tanto, en la huelga de 1928, el pliego de peticiones radicaba en que la compañía reconociera que tenía trabajadores, mejorara los jornales y celebrara no contratos individuales sino convenciones colectivas, implicando esto el reconocimiento de la existencia del sindicato.
La situación que desencadenó la masacre respondió a la acción irresponsable de las fuerzas armadas y a la negativa a las reivindicaciones de los trabajadores dada por la UFCO. En la noche del 5 de diciembre de 1928 corrió el rumor de que el gobernador iría a entrevistarse con los trabajadores para buscar solución al paro, pero este nunca llegó. Por su parte, el gobierno central expidió un Decreto Legislativo que declaraba el estado de sitio en la zona por turbación del orden público y designaba al General Cortez Vargas, jefe civil y militar de la zona. Éste, una vez posesionado expidió a las 11 y media de la noche el decreto que ordenaba disolver "toda reunión mayor de tres individuos" y amenazaba con disparar "sobre la multitud si fuera el caso".
En consecuencia, a la 1 y media de la madrugada del 6 de diciembre formó a la tropa delante de los concentrados en Ciénaga. Luego de leer los respectivos decretos y de conminar a la multitud a retirarse, dio un plazo de cinco minutos. Para el general Cortez Vargas, la huelga en la zona bananera era un acto subversivo propiciado por agitadores comunistas y anarquistas y de allí que la respuesta del establecimiento fuera la más pertinente. El tratamiento que dio el Gobierno y la UFCO al conflicto laboral puso en evidencia la connivencia de las autoridades gubernamentales y la empresa norteamericana, dejando ver como el establecimiento lejos de amparar a sus ciudadanos se ponía a favor de los intereses de la compañía, suministrándoles fuerza pública para reprimir a los trabajadores.
Los sobrevivientes de la matanza que fueron alrededor de 600 fueron detenidos y llevados a los consejos de guerra y de ellos 136 recibieron condenas de prisión que llegaron hasta los 25 años.
La denuncia de la masacre
Jorge Eliécer Gaitán quien hacia 1929 era un joven político liberal representante a la cámara por Cundinamarca fue quien por primera vez denunció la masacre ensombrecida por el establecimiento.
Gaitán viajó a la zona bananera para investigar las actividades del gobierno y el ejército durante la huelga realizada por los trabajadores. Indagó y luego de un denso y decisivo acopio de pruebas denunció como el gobierno nacional se plegaba a los caprichos de la compañía, la administración departamental y municipal cumplía sus órdenes y los políticos y jueces rivalizaban en amparar sus intereses.
Gaitán denunció como el ejército estaba a órdenes de la United Fruit Company, como estos a su vez cobraban impuestos forzosos a los pobladores de la zona, y responsabilizó por tanto al gobierno de la masacre. Sus críticas al imperialismo representado en la compañía fueron certeras, evidenciando la forma como esta compañía además de mantener a sus trabajadores en unas condiciones muy precarias de salud, vivienda y jornales, se valía de todos los recursos para impedir la competencia y monopolizar el mercado del banano.
El impacto de las denuncias de Jorge Eliécer Gaitán fue contundente en la política nacional. Luego del debate en la Cámara se dictó una ley que revisaba las sentencias y acordaba la libertad de los condenados que habían sido sentenciados en los consejos de guerra que siguieron a la masacre. Las luces que arrojó Gaitán sobre un acontecimiento que evidenciaba las profundas problemáticas del régimen conservador, aunado a su explicita defensa de los trabajadores y a las acusaciones contra el imperialismo generó una profunda simpatía por parte de los trabajadores. Estos empezaron a identificar a Gaitán como un joven político liberal defensor de las clases oprimidas quien desde la Cámara de Representantes defendía los derechos de los trabajadores.
Fotografía de F. Castaño |
“La Masacre de las Bananeras” pronto fue olvidada, desconociéndose la gravedad de uno de los acontecimientos más lamentables de la historia laboral de los años 20. El número real de muertos se desconoce, este fluctúa dependiendo de las fuentes que se consulten. Para el establecimiento fueron 9 los muertos, pero para los que vivieron dicha situación el número de muertos es de cientos e incluso de miles.
Gabriel García Márquez y Álvaro Cepeda desde la literatura nos mostraron su versión de la masacre, ayudándole a la memoria colectiva del país a no olvidar, manteniendo viva la memoria sobre este luctuoso hecho.
La dirección del montaje museográfico y escenografía de la exposición 'Masacre de las Bananeras' en el Claustro de San Agustín de la Universidad Nacional de Colombia estuvo a cargo de Edmon Castell, geógrafo y museólogo, docente de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia.
Año de realización del montaje: 2008
Fotografías del montaje de la exposición sobre la Masacre de las Bananeras como evento paralelo a las primeras jornadas Memorias en conflicto.
Museografía: Edmon Castell
Guión: Yaneth Mora, María Lorduy
Diseño: Guillermo Torres, José Guio y Diego Cortés
Fecha: Noviembre 2008
Fotografías del montaje: Diego Cortés
"4.12.1928, La masacre de las bananeras"
ResponEliminaAgencia de Noticias. Bogotá, 22 de Diciembre de 2008.
El Claustro de San Agustín, sede del Sistema Patrimonio de Museos (SPM) de la Universidad Nacional de Colombia, expone en la actualidad “Masacre de las bananeras” una muestra de aquel capítulo de la historia colombiana, ocurrido en Ciénaga, Magdalena, en el año de 1928. Esta muestra en la que se pueden observar fragmentos de texto e imágenes de la época, se logró gracias al apoyo de la Fundación Carolina (FC) y la Universidad Tecnológica de Bolívar (UTB). La exposición se desprendió de la participación de la Universidad Nacional en la “Segunda Travesía por la Geografía garcíamarquiana”. Sobre el tema de la masacre hay muchas versiones, además de pruebas que intentan demostrar cuál de las interpretaciones es la correcta, donde hay una posición del Estado, con el ejército; una posición de los sindicalistas, con sus muertos; y una posición de los habitantes de la zona, quienes vieron, según fragmento de un escrito del Nobel colombiano, Gabriel García Márquez, que se expone en la sala, cómo francotiradores apostados en las terrazas disparaban a las personas que no quisieron abandonar en aquel entonces la plazoleta central del pueblo. Este hecho, de hace ochenta años, aún sigue fijo en la mente de muchas personas y en la memoria histórica del país, como algo que no debe ser olvidado y que en lugar de ello debe servir como punto de partida para un mejor presente y futuro. Por esta razón, la exposición “Masacre de las Bananeras” en el SPM, fue lanzada como cierre del conversatorio “Memorias en conflicto; los museos y las políticas públicas de la memoria en Colombia”, para así rendir homenaje a los caídos en aquel episodio, y una crítica al gobierno que olvida. Con esta muestra se quieren hacer visibles las reivindicaciones sociales que con el tiempo terminan acalladas y olvidadas, los relatos surgidos de los libros, las canciones populares, y la tradición oral surgida de la masacre, todas en busca de una respuesta real que muy posiblemente nunca salga Ciénaga. (FIN/ACT/FEB)
"Simposio ‘Bananeras, huelga y masacre’"
ResponEliminaBogotá DC, 16 de Abril de 2008. Agencia de Noticias UN.
El Sistema de Patrimonio Cultural y Museos de la Universidad Nacional de Colombia, de manera conjunta con la Unidad de Gestión de Proyectos, llevará a cabo el simposio ‘Bananeras, huelga y masacre’. La charla tiene por objeto profundizar en las causas y dolorosas consecuencias de esta situación. El simposio tendrá su sesión inaugural este jueves 16 de abril a las 5 de la tarde en las instalaciones del Claustro de San Agustín, sede del Sistema de Patrimonio de Museos. La sesión contará con la intervención del profesor Mauricio Archila Neira, PH.D. en Historia, quien participará con la ponencia ‘Primeras representaciones de la masacre de las bananeras’. Posteriormente se le dará la palabra al profesor Ricardo Sánchez, doctor en Historia, con la conferencia ‘Significado político de la historia de las bananeras’. Las siguientes sesiones del simposio se llevarán a cabo los días martes 21, miércoles 22 y jueves 23 de abril. Para estas sesiones se contará con la presencia de expertos en la materia como Diego Armando Varila y José Ricardo Pulido, cuyo tema serán las huelgas colombianas en la década del 20: El caso particular de la zona bananera a finales de 1928. Así mismo, participarán los especialistas Edwin Rojas e Iván Rúa, con la ponencia ‘La gota que derramó el vaso: Monopolio del agua y consecuencias para los cultivadores independientes de la zona Bananera del Magdalena 1901-1928’. Jhon Alvarado cerrará el simposio con su intervención ‘La iglesia durante el conflicto obrero de las bananeras’. El simposio ‘Bananeras, huelga y masacre’ responde a una iniciativa del SPM y la Unidad de Gestión de Proyectos, para impulsar las actividades académicas más allá de las aulas. La entrada es libre y se espera contar con la participación de la comunidad académica y el público en general. (FIN/FTL/CSM)
"Jornadas de reflexión en el Claustro de San Agustín"
ResponEliminaAgencia de Noticias UN. Bogotá, 5 de noviembre de 2008
Ofrecer un espacio académico sobre la responsabilidad y el papel de los museos, las instituciones académicas y la sociedad civil es el objetivo de las charlas programadas por el Sistema Patrimonio Cultural y Museos de la Universidad Nacional de Colombia. Las jornadas de reflexión girarán en torno al tema "Memorias en Conflicto", los museos y las políticas públicas de la memoria en Colombia, que se realizarán en el Claustro de San Agustín los días 26, 27 y 28 de noviembre de este año. En las charlas intervendrán académicos, directores de museos y representantes de organizaciones no gubernamentales como Camilo Sánchez, Edmon Castell, José Antequera, José Vicente Rodríguez, Mario Álvarez, María Victoria Uribe Alarcón, William López, Ramón García Piment, Iván Ortiz, Yolanda Sierra, Ruth Acuña, Hernando Gómez Serrano, Jordi Guixé y Diego Arango. En cinco mesas de trabajo se desarrollarán las jornadas de reflexión, así: la primera, Memoria e Historia, que se llevará a cabo el miércoles 26 entre 10:30am y 12m.; la segunda, Memoria y Universidad, el mismo día de 2 a 3:30 pm; la tercera, Memoria y Sociedad, el jueves 27 entre 10 am y 12m; la cuarta, Memoria y Museos, también el 27 entre 2 y 3:30pm, y la quinta, Derecho a la memoria, el viernes 28 de 10am a 12m. Serán charlas para recobrar y fomentar el trabajo con la memoria; para saber quiénes somos, de dónde venimos, cuál es nuestro pasado y para dónde vamos.