dissabte, 26 de gener del 2019

SABERES DE PUPUÑA


Pupunha, chontaduro, pixbae, cachipay... (Fernando Urbina)
SABERES DE PUPUÑA. EL CHONTADURO EN LA AMAZONÍA

En el 2014, después de varios años de trabajo, se inauguraba finalmente la exposición “Saberes de pupuña, el chontaduro en la Amazonia” en el Claustro de San Agustín, sede del Sistema de Patrimonio y Museos (SPM) de la Universidad Nacional de Colombia.




La pupuña, algo más que un fruto
"Pupuña" o "pupunha" es uno de los cientos de nombres indígenas que ha recibido el Bactris gasipaes Kunth, conocido también como chontaduro, planta aprovechable en su totalidad, cuyo fruto es una valiosa fuente de proteína vegetal imprescindible en la dieta alimenticia de diversas poblaciones. 


La palma del chontaduro (Mario Murcia)

La incorporación de esta especie en los cuerpos mitológicos y rituales de sociedades yukuna, matapi, tamikuna, lituana, makuna, mirañas, boras y uitotos, revela el amplio conocimiento de su entorno, las sofisticadas tecnologías de producción y aprovechamiento de la diversidad biológica desarrollado por los pueblos amazónicos, saberes que constituyen hoy, un gran potencial para el futuro.

“[La exposición] es un grito al unísono de cultura, conocimiento y alimento. Estas exposiciones con recursos multimediales convierten este fenómeno en una experiencia viva que toca a las personas. Es algo vital para entender los ecosistemas amazónicos”, afirmaba Ernesto Agudelo
Se trataba de una iniciativa expositiva que había iniciado la Corporación Tapioca y que, con el apoyo del Sistema de Patrimonio Cultural y Museos (SPM) de la Universidad Nacional de Colombia, buscaba
visibilizar y rescatar los diferentes saberes tradicionales que giran en torno a la pupuña con la firme intención de resguardarlos para el provecho de próximas generaciones. 

Sin duda, este propósito se alcanzó a pesar de las dificultades con la realización del proyecto museográfico, pero, desafortunadamente, no tuvo continuidad institucional.



Saberes de Pupuña


La pupuña y los saberes ancestrales

Una gran diversidad de pueblos Amazónicos incorporan a la pupuña en sus mitologías. En estas sociedades la pupuña, al igual que otras plantas, son consideradas gente o ancestros míticos. La pupuña o chontaduro está presente en la cosmovisión y rituales a través de los cuales se representa la dinámica entre la vida y la muerte. Se trata de una ritual que identifica a los grupos de la zona del nor-oeste Amazónico (que comprende territorios de Colombia, Perú y Brasi) , en donde habitan los miraña bora, huitoto, andoques, yukuna, matapi (Arawak) taminuka, lituana y makuna (Tukanio oriental).

La fiesta del chontaduro o baile del muñeco es un ritual de intercambio entre malocas que reafirma los vínculos con el mundo del agua que se realiza en los meses de diciembre y febrero. En él participan los personajes de los “abuelos” o ancestros de y los “dueños” de los animales, quienes son invitados a compartir los frutos de su trabajo: la caza, la pesca, el cultivo y la yuca y en especial la chicha de chontaduro. Los bailadores representan a los animales con cantos y máscaras, de acuerdo con el relato mitológico sobre el origen de los seres acuáticos y se acompañan con la chicha, la coca y el tabaco ritual que se ofrece a los invitados en el interior de la maloca.

“El chontaduro entró a formar parte de los ciclos, digamos religiosos o los ciclos rituales, garantizando la importancia que tenían. Las cosas que son importantes se sacralizan, la comida se sacraliza”, afirmaba Fernando Urbina
A través del mito del chontaduro, "las comunidades buscan la armonía cósmica, social y personal en la que transcurre la vida", destacaba en la inauguración de la exposición Fernando Urbina, uno de los profesores de la Universidad Nacional de Colombia que más ha investigado los mitos originados en torno a este fruto.

El baile del muñeco (Mario Murcia)
Según el profesor Urbina, en las poblaciones indígenas la Bactris Gasipaes Kunth- nombre científico de la pupuña o chontaduro, como la conocemos- hace parte de una serie de rituales y tradiciones muy arraigadas. “El chontaduro entró a formar parte de los ciclos, digamos religiosos o los ciclos rituales, garantizando la importancia que tenían. Las cosas que son importantes se sacralizan, la comida se sacraliza”, declaró al respecto. 


Y agregó: “hay grupos indígenas, unos más, otros menos, que alrededor de la utilización del chontaduro han hecho rituales más o menos complejos”. 



Eso es precisamente lo que ha sucedido con este fruto, una palma cuyo fruto -fuente de nutrientes de alto valor alimenticio- es utilizable en su totalidad y del cual se desprende toda una cultura que ha sido construida a partir de sus propiedades y de ser considerada gente; de ahí también que la pupuña haya sido bautizada con cientos de nombres y sea núcleo de sus bailes y ceremonias.



El proyecto museográfico
La Corporación Tapioca, a partir de un trabajo realizado con comunidades indígenas del departamento del Vaupés, había iniciado un proyecto sobre el chontaduro en un intento por divulgar los saberes ancestrales que se relacionan con este fruto. Poco después, en el año 2011, la iniciativa llegaba a la Dirección de Museos y Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia para tratar de traducir esa investigación en fuentes orales en una exposición.


El baile del muñeco (Mario Murcia)
El proyecto museográfico fue creciendo tanto en contenidos como en su horizonte museológico, lo que motivó a la antropóloga peruana María Eugenia Yllia a integrarse al equipo de trabajo. 


La antropóloga Yllia, quien incorporó al guión los conocimientos ancestrales de los indígenas boras de la Amazonia peruana, trajo a Colombia la pieza pictórica del también bora Víctor Churay, en la que este pintor ilustra un ritual denominado “Fiesta del pijuayo” que gira en torno a la cosecha de la pupuña, chontaduro o pijuayo, tres de los cientos de nombres con los que las comunidades indígenas han bautizado a este fruto. Posteriormente, el filósofo y mitólogo Fernando Urbina, quien también se vinculó al proyecto museográfico, desarrolló la importancia mitológica que la “fiesta del pijuayo” o “Baile del muñeco”.

Por un diálogo de saberes
El conocimiento de la diversidad y los comportamientos de las especies vegetales, animales y el manejo equilibrado del medio ambiente es el mayor aporte del hombre amazónico al mundo. Estos saberes se reflejan en el desarrollo de tecnologías para el aprovechamiento de recursos y la domesticación de la naturaleza, lo que se conoce en la actualidad como etnociencia. A través de los mitos, los rituales que se hacen a partir de la cosecha de la pupuña, se visibilizan estas destrezas y la ética que subyace en las relaciones del hombre amazónico con su medio.



La exposición "Saberes de pupuña", desde una mirada interdisciplinaria que combinó pintura, fotografía y otros recursos audiovisuales, resaltó el conocimiento milenario que encierra el cultivo y la domesticación de la pupuña, una palma de vital trascendencia en la vida de los pueblos indígenas de la cuenca Amazónica y de otras geografías del continente americano para impulsar un diálogo de saberes desde la museografía. 


La fiesta del pijuayo

El profesor y mitólogo Fernando Urbina contaba que ya en 1637 Fray Adrián de Santo Tomás describe la fiesta de cosecha del pijiayo balseada que hacían los indios guaimíes del istmo panameño. Según algunos investigadores esta fiesta fue creada por los tanimucas y sociedades ubicadas entre el Apaporis y el Miriti Paraná (Colombia); desde allí se traspasó a los mirañas y a los boras, uitotos y andoques.

Se trata de una ritual que identifica a los grupos de la zona del nor-oeste Amazónico (que comprende territorios de Colombia, Perú y Brasi) , en donde habitan los miraña bora, huitoto, andoques, yukuna, matapi (Arawak) taminuka, lituana y makuna (Tukanio oriental). La pupuña o chontaduro está presente en la cosmovisión y rituales a través de los cuales se representa la dinámica entre la vida y la muerte.

El ritual recibe diversos nombres, el baile del muñeco, el baile de los pescados, el baile de los espíritus, danza del el espíritu del origen de la pupuña, fiesta del pijuayo, el baile del chontaduro, entre otros.

La fiesta del chontaduro o baile del muñeco es el ritual de intercambio entre malocas que reafirma los vínculos con el mundo del agua. Se realiza en pleno verano, en tiempo de cosecha del chontaduro, representado por los personajes de los “Abuelos”, los ancestros de los grupos indígenas y los “Dueños” de los animales, quienes son invitados a compartir los frutos de su trabajo: la caza, la pesca, el cultivo y la yuca, pero especialmente la bebida fermentada o chicha de chontaduro. Los bailadores representan a los animales con cantos y máscaras, de acuerdo con el relato mitológico sobre el origen de los seres acuáticos y se acompañan con la chicha, la coca y el tabaco ritual.

Antiguamente el juego de pelota era parte integrante de dicha fiesta, pero en la actualidad éste ha caído en desuso. Entre los boras, los jugadores de pelota se presentaban con las manos cargadas de frutos que entregaban al organizador de la fiesta, reviviendo así el mito del hombre pucunero que fue el primero en obtener la semilla del pijuayo mediante un tiro de pelota al árbol del Dóóránie Bóóa. 


En la fiesta, el rol principal está personificado en Memey (padre de la palmera) que se desdobla a la vez en pez mítico, primer cultivador y propagador de la sagrada palmera. Otros danzantes llevan máscaras zoomorfas hechas con madera de topa de las aves, insectos, reptiles y peces que se alimentan con las semillas y afrecho del pijuayo.

Memeba
Memeba. La fiesta del pijuayo (detalle). Victor Churay
La antropóloga y curadora María Eugenia Ylya explicaba que la pintura del artista bora Víctor Churay Roque presenta una narración visual de la Fiesta del pijuayo, un ritual de intercambio entre malocas que reafirma los vínculos con el mundo del agua que se realiza en los meses de diciembre y febrero. 


En este ritual participan los personajes de los “abuelos” o ancestros de y los “dueños” de los animales, quienes son invitados a compartir los frutos de su trabajo: la caza, la pesca, el cultivo y la yuca y en especial la chicha de chontaduro. 



Los bailadores representan a los animales con cantos y máscaras, de acuerdo con el relato mitológico sobre el origen de los seres acuáticos y se acompañan con la chicha, la coca y el tabaco ritual que se ofrece a los invitados en el interior de la maloca.

La fiesta es organizada por el curaca bora que tiene en sus purmas buena producción de pijuayo y representa una acción de gracias por la cosecha obtenida y a la vez es un rito petitorio de nuevos alimentos y frutos. El curaca convoca a su gente para que le ayuden a cosechar, ordenando luego a sus mujeres que preparen abundante chicha de pijuayo para los invitados. Primero se dirige con su ambil o tabaco a hacer la invitación a los curacas de otros clanes a que participen en la gran fiesta del pijuayo.

Cuando estos curacas aceptan se comprometen, unos a fabricar las máscaras de los animales míticos que participan en la fiesta, y otros a proporcionar abundante comida.

Antiguamente el juego de pelota era parte integrante de dicha fiesta, pero en la actualidad éste ha caído en desuso. Entre los boras, los jugadores de pelota se presentaban con las manos cargadas de frutos que entregaban al organizador de la fiesta, reviviendo así el mito del hombre pucunero que fue el primero en obtener la semilla del pijuayo mediante un tiro de pelota al árbol del Dóóránie Bóóa. En la fiesta, el rol principal está personificado en Memey (padre de la palmera) que se desdobla a la vez en pez mítico, primer cultivador y propagador de la sagrada palmera. Otros danzantes llevan máscaras zoomorfas hechas con madera de topa de las aves, insectos, reptiles y peces que se alimentan con las semillas y afrecho del pijuayo.
(en desarrollo...)


En este enlace Web puedes descargar la máscara de sábalo de la pieza de comunicación de la exposición "Saberes de Pupunha".


El pez chonraduro (Carlos Rojas)


La dirección del montaje museográfico y escenografía de la exposición 'Saberes de pupuña' en el Claustro de S. Agustín estuvo a cargo de Edmon Castell, geógrafo y museólogo, docente de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia.

Año de realización del montaje: 2014

Diseño museográfico: Carlos Rojas






“Saberes de Pupuña” fue una exposición de la Corporación Tapioca y la Dirección de Museos de Patrimonio Cultural (Sistema de Patrimonio y Museos, SPM) de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá.

Dirección: Edmon Castell Ginovart
Asesor Científico: Fernando Urbina Rangel
Curaduría: María Eugenia Yllia Miranda
Textos: César Agudelo, Jair Montaño, María Eugenia Yllia, Fernando Urbina, Carlos Rojas
Coordinación Museográfica: Kelly Carpio y Carlos Díazgranados
Fotografías: Fernando Urbina, Mario Murcia, Corporación Tapioca, Tropenbos Internacional
Conservación Preventiva: Elsa Bedregal
Diseño Museográfico: Carlos Rojas
Diseño Multimedia: William Medina y Alexander Portilla
Diseño Web: Alexander Portilla y Diana Banquez
Corrección de Estilo: Diana González
Actividades Paralelas: María Bernarda Lorduy y Alberto Fernández
Montaje: Equipo SPM

Agradecimientos: Tropenbos Internacional, Centro Antropológico de Antropología y Aplicación Práctica, Nancy Ochoa Siguas, Luisa Eusebio Roque de Mendoza, Manuel Cornejo Chaparro, Mario Murcia.

5 comentaris:

  1. "Saberes de Pupuña, el chontaduro en la Amazonía
    Audio de Museos en Vivo. Unradio [Bogotá 98.5]., 14 de mayo de 2014
    La Dirección de Museos y Patrimonio Cultural de la UN junto con la Corporación Tapioca y Tropenbos Internacional Colombia instalan en Bogotá esta exposición temporal. El proyecto Saberes de Pupuña nace de la preocupación que tiene la Corporación TAPIOCA por inventariar los conocimientos ancestrales que poseen las etnias del territorio Gran Resguardo de Vaupés con respecto al fruto de la “pupuña”: rituales alrededor de la época de la cosecha, leyendas y mitos, productos comestibles a base de ella. La exposición muestra la apropiación que ha hecho el colono desde el consumo y la comercialización hacia el interior del país. Así mismo, recoger historias, costumbres y prácticas rituales y económicas de este exótico, rojizo y anaranjado fruto tropical conocido en otras regiones como chontaduro. Invitados: César Ernesto Delgado, integrante de la Corporación Tapioca y Fernando Urbina Rangel, filósofo y estudioso de la etnografía del Amazonas.

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  2. "El chontaduro, fruto del conocimiento ancestral y cultural"
    Agencia de noticias UN. Bogotá, 21 de Mayo de 2014.
    La figura de la pupuña o chontaduro se asocia con un alimento para los habitantes del continente americano y las comunidades de la Amazonia, así como con un saber ancestral, cultural y científico. También llamado pijuayo en el Perú, cachipay en el Eje Cafetero y pupunha en Brasil, entre otros nombres, el fruto de la Bactris Kunth es el protagonista de la nueva exposición Saberes de pupuña: el chontaduro en la Amazonia, que está a disposición del público en el Claustro de San Agustín. Con esta instalación que combina audio, video, plástica, fotografía, vestuario e historia, la Dirección de Museos y Patrimonio Cultural (DMPC) de la UN, en conjunto con la Corporación Tapioca, tienen como meta visibilizar y rescatar los saberes tradicionales que giran alrededor del chontaduro. “Definimos la exposición en una frase: no es posible la innovación y el desarrollo sin memoria. El excedente museográfico se amplía con este juego de saberes y desde acá se fermentarán nuevas ideas y experiencias con sentido para los visitantes”, cuenta el director de la DMPC, Edmon Castell. El académico añade que quienes acudan a la exhibición se darán cuenta del universo que hay detrás de este fruto, de toda la cosmogonía existente alrededor de diversos pueblos de la Amazonia. Según Fernando Urbina, asesor científico de la exposición y exprofesor de la U.N., el fruto de la pupuña se utiliza desde hace 2.200 años. La base de este trabajo es un proyecto que la ONG Corporación Tapioca arrancó en 2011 –que lleva el mismo nombre de la muestra–, el cual se enfocó en los estudios y actividades desarrollados con comunidades del Vaupés, específicamente en Mitú y en los alrededores del casco urbano. Para el representante de esta organización, César Ernesto Agudelo, la labor se ha enfocado en el patrimonio material de estos pueblos, incluyendo danzas, recetas y rituales. “Es un grito al unísono de cultura, conocimiento y alimento. Estas exposiciones con recursos multimediales convierten este fenómeno en una experiencia viva que toca a las personas. Es algo vital para entender los ecosistemas amazónicos”, sostiene Agudelo. Durante el proyecto y el registro se trabajó con comunidades como los cubeos, makuna, barsanos y desanos. A pesar del enfoque centrado en el Vaupés, se sabe que el chontaduro es un elemento ancestral para pueblos del Putumayo, Caquetá y el departamento de Amazonas. Inicialmente, los espectadores conocerán el contexto del chontaduro como fruta y su conexión con la Amazonia para luego llegar a sentirse en una maloca (casa comunitaria ancestral). Esto, a la par con la muestra de máscaras, los videos de rituales y bailes, y las imágenes dan evidencia de ese saber arraigado desde hace cientos de años. Los visitantes tendrán un encuentro con la mitología alrededor de la puñuña, así como con la tecnología usada para recolectar y almacenar el fruto, al igual que para preparar la chicha. Chontaduros y peces. Ese vínculo entre la pupuña y el arte, según cuenta el profesor Urbina, tiene que ver con sus raíces en la mitología y con el baile que genera una integración entre las tribus. Cuando uno examina las mitologías de las diferentes comunidades relacionadas con el chontaduro encuentra elementos comunes y diversos, pero hay un patrón común en la relación entre el chontaduro y los peces. “La cultura capta al fruto en el mundo mítico de los peces, que eran sus primeros dueños. Eso resulta especial porque seguramente lo que hay es una metáfora de contactos muy bien elaborada entre los peces y la gente como personajes de esas historias”, relata. Este concepto, según el investigador, tiene mucho que ver con el mito en la región del robo del chontaduro a los peces por parte del hombre guacamayo rojo. Saberes de pupuña: el chontaduro en la Amazonia estará abierta al público durante cuatro meses (...) en Bogotá y, de acuerdo con el profesor Castell, ya hay gestiones para llevar la instalación al Perú.

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  3. "Desde la Gran Guerra hasta el chontaduro, en el Claustro de San Agustín"
    Agencia de Noticias UN. 30 de diciembre de 2014
    A visitantes y residentes de la capital, la UN les ofrece por esta temporada (...) varias exposiciones de su quehacer académico (...). Los museos de la UN, que preservan el patrimonio cultural del país, siguen abiertos al público como espacios de conocimiento, entretenimiento y aprendizaje. Uno de ellos es el Claustro de San Agustín, sede del SPM, que actualmente cuenta con 5 exposiciones gratuitas. Las exposiciones que podrán apreciar los visitantes son: “Colombia en los tiempos de la Gran Guerra” / Esta exposición temporal, organizada por el Departamento de Historia y el SPM, visibiliza en imágenes, objetos, gigantografías y textos, el momento histórico que vivió Colombia en la década de 1910, así como los fuertes efectos que sobrevinieron tras el nuevo cuadro de relaciones internacionales durante y después de la Primera Guerra Mundial. El visitante a la exhibición podrá conocer los cambios más importantes que vivió nuestro país, como el crecimiento de la industria, especialmente la reactivación minera y textil; la extensión del telégrafo y del ferrocarril; el aumento de infraestructura en vías y comunicaciones; el desarrollo integral de la República con las nuevas políticas de higiene y salubridad, entre otros. / “Retractus, narrativas visuales en el trabajo antropológico colombiano”. La exposición, organizada por el Grupo de Estudios en Antropología Audiovisual Obtura, el Departamento de Antropología y el SPM, está compuesta por 50 retratos tomados en territorio colombiano por un grupo interdisciplinario que participó en mayo pasado en la convocatoria Retractus, una iniciativa en la que fue seleccionado el trabajo fotográfico de 24 profesionales de distintas carreras para hacer parte de la muestra. / “Cien años del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses”. Rememoración del proceso evolutivo que ha experimentado el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, el cual ha tenido importantes transformaciones, avances e invaluables aportes a la sociedad colombiana. Está compuesta por objetos, documentos, gigantografías y textos. El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses y el SPM, organizadores de la misma, buscan dar a conocer la importancia de esta entidad, sus etapas de evolución, desarrollos científicos, personajes que contribuyeron a caracterizarla y aportes realizados al sistema judicial colombiano para la correcta administración de la jurisprudencia en el país. / “Once mil metros por segundo”. Este un proyecto museográfico de la Dirección Nacional de Bibliotecas y el SPM con el que se busca promover la lectura entre niños, adolescentes y adultos, a través del acercamiento a la ciencia ficción. Los espectadores podrán conocer los subgéneros, algunos de los principales autores, obras imprescindibles y los personajes más emblemáticos de la ciencia ficción. También podrán conocer qué obras literarias han sido adaptadas al cine, la televisión y otros medios, además de explorar cómo estos relatos han impulsado el desarrollo científico. / “Saberes de Pupuña, el chontaduro en la Amazonia”. Esta exposición ha sido organizada entre la Corporación Tapioca y el SPM, con el apoyo de entidades como Tropenbos Internacional y la Maestría en Museología de la UN. El objetivo principal de esta exhibición, compuesta por más de 150 objetos, fotografías, videos y dibujos, es rescatar, preservar y difundir las historias, costumbres y prácticas rituales alrededor del fruto de la palma de chontaduro (Bactris Gasipaes Kunth). Los espectadores conocerán el contexto del chontaduro como fruta y su conexión con la Amazonia para luego llegar a sentirse en una maloca (casa comunitaria ancestral). Además, podrán acceder a la muestra de máscaras, vídeos de rituales y bailes, así como imágenes que dan evidencia de ese saber arraigado desde hace cientos de años (...).

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  4. "El mapa de Colombia que dibujan las exposiciones".
    Bogotá DC, 5 de septiembre de 2014. Agencia de Noticias UN.
    El equipo de trabajo de la Dirección de Museos y Patrimonio Cultural de la UN gestiona y despliega diversos proyectos museográficos en tres ámbitos de influencia: el campus, la ciudad y las regiones. Se trata de museólogos con un amplio sentido de la geografía. Como en la época en que descubridores y conquistadores se adentraban en la inhóspita y virgen tierra americana, ellos van hasta el rincón más alejado del país llevando cultura a esas comunidades olvidadas, muchas veces perdidas en el mapa. Es su forma de hacer patria. Su campo de acción natural es la Ciudad Universitaria de la Sede Bogotá, el campus capitalino de la UN. Allí desarrollan toda suerte de acciones encaminadas a la puesta en valor y la apropiación social del variado y complejo patrimonio cultural que poseen: desde los 17 edificios declarados Bien de Interés Cultural (BIC), pasando por sus museos y colecciones, hasta el legado académico de los científicos e intelectuales que pasaron por sus aulas [...] En 2006, el Gobierno cedió el Claustro de San Agustín a la UN y casi desde entonces funciona como espacio expositivo y sede del Sistema de Patrimonio Cultural y Museos, antecedente directo de la DMPC. Según Carlos Diazgranados, coordinador del área de museografía, los proyectos que allí se desarrollan tienen como objetivo proyectar el patrimonio y el conocimiento generado por la comunidad universitaria a públicos más amplios. Muestra de ello son las exposiciones “Colombia en tiempos de la Gran Guerra” y “Saberes de pupuña. El chontaduro en la Amazonia”. La primera presenta el análisis de la Primera Guerra Mundial desde el Departamento de Historia de la UN, pues lo consideran un período de suma importancia para este país, inmerso en un proceso de paz. La segunda abre un nuevo ciclo museográfico que busca recuperar saberes ancestrales, pues, según el profesor Edmon Castell, director de Museos y Patrimonio Cultural, “sin memoria no hay innovación”. Así, desde este edificio del siglo XVIII, ubicado en el centro histórico y corazón cultural de Bogotá, se puede decir que la ciudad es el segundo ámbito de acción. Así lo confirman las 38.849 personas que los visitaron durante el años pasado. En 2009, nació el programa Ida y Vuelta [...]. “El propósito era divulgar el patrimonio de la universidad y consolidar un mapa de espacios museográficos”, asegura William Medina, profesional a cargo de la iniciativa. Son proyectos de bajo presupuesto, prácticos y adaptables, que abordan las diferentes condiciones de la geografía. Sobresale la exposición “Mariposas de la Orinoquia”, que en el 2012 se instaló en Quibdó, Buenaventura, Guapi y Tumaco, llevando una muestra de la riqueza biológica del oriente colombiano a la región pacífica. Algo así como conectar al país de extremo a extremo por medio de su diversidad. Ese mismo año comenzó la travesía de “Once mil metros por segundo” por bibliotecas pública en zonas de frontera como Leticia, Arauca, Tumaco, San Andrés y Valledupar [...] Se trata de un programa de promoción de la lectura a través del acercamiento a la ciencia ficción. El profesor Edmon Castell resalta que programas como este son el primer contacto con la Universidad para algunos grupos o comunidades locales en Colombia. “El primer contacto y, posiblemente, el último o el único. En este sentido, la interacción social y transferencia territorial de conocimiento que se logra a través de esta gestión museográfica es, de alguna forma, la materialización de la extensión, la tercera misión, al 100 %”. “Con Ida y Vuelta buscamos una verdadera presencia nacional, que la universidad llegue a los rincones más alejados del país, donde no hay museos y nunca antes había montado una exposición”, concluye Diazgranados. Es una deuda histórica con las regiones, que estos museólogos tratan de resarcir desplegando su creatividad, dibujando el mapa de Colombia con sus exposiciones.

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  5. “[La exposición] es un grito al unísono de cultura, conocimiento y alimento. Estas exposiciones con recursos multimediales convierten este fenómeno en una experiencia viva que toca a las personas. Es algo vital para entender los ecosistemas amazónicos”, sostiene Ernesto Agudelo de la Corporación Tapioca.

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