dissabte, 23 de gener del 2021

MIENTRAS TANTO













Bogotá, 2020. Imagen de Edmon Castell

En el 2020 todo estuvo permeado por el COVID-19: Fue el año en el que, a consecuencia del virus, vimos morir en la distancia a gente conocida y a viejos amigos... como Mary.

En el año del gran encierro, la pandemia redefinió los límites físicos de la universidad y la forma de relacionarnos entre nosotros como comunidad. 

El confinamiento y la distancia física demandó que las docentes compartiéramos más recursos de espacio, de tiempo, etc. Aún en condiciones adversas, hubo “conciencia de comprometerse y dar lo mejor de sí para contribuir a mantener viva la Universidad durante la pandemia". Porque queremos nuestro trabajo y a nuestros estudiantes.

En estos momentos apenas podemos inferir algunas ideas de lo que sucedió en el 2020 porque el sistema hospitalario enfrenta una gran prueba de estrés ante las olas del coronavirus. Por otro lado, aún no vislumbramos en Colombia ninguna fecha precisa para que comience ningún plan de vacunación ni de retorno al campus...

Desde esta incertidumbre y provisionalidad, me sigo sintiendo desorientado, desubicado, "raro"... 

Y me sigo sintiendo igual de raro que en el 2020 porque, frente a una mutación que sin duda es principalmente antropológica, civilizatoria, de imaginarios del mundo... porque presiento que el “technological fix” -atajo tecnológico- generado alrededor "el gran encierro" puede transformar la acción educativa de una forma irreversible. Como docente, no puedo evitar sentirme raro porque echo a faltar eso que llamamos ‘la cognición compartida’, aquella que solo se da en un salón entre un docente y un grupo de estudiantes. 


DESPLAZAMIENTOS VIRTUALES

Sin duda, me siento raro porque sé que soy más vulnerable que antes. Veo instancias e intereses que ya están aprovechando la emergencia para crear una "nueva normalidad", convirtiendo los esfuerzos temporales en expectativas permanentes. El desplazamiento masivo del mundo real al ágora virtual se dio de forma abrupta, ciega e irreflexiva. “Això ens ha anat fent una mica més vulnerables, ja que aquesta comunicació té lloc a través d'empreses privades que utilitzen les nostres converses públiques per gestionar la seva economia de mercat i treure'n rèdit econòmic. Tot el temps que passem allà dintre és un temps que restem de la nostra experiència directa del món" (Guardiola, 2020).

Todo el tiempo que pasamos “allá dentro es tiempo que le quitamos a nuestra experiencia directa del mundo”.

La virtualización tiene efectos en los ambientes de aprendizaje que, cohorte a cohorte, hemos creado y desarrollado los docentes.  Ahora, muchos de esos ambientes -como las salidas de campo, por ejemplo- pueden convertirse, frente frente la deriva tecnológica de virtualización, en impracticables. A los docentes nos piden que nos reiventemos de nuevo en medio de nuevas condiciones de intensificación  que pueden llevar a una devaluación de la docencia. Una precarización del trabajo docente que puede ir de la mano con un deterioro del mismo bienestar y salud de los profesores... 


EL VIRUS COMO INTRUSIÓN

No siempre, pero a veces podemos interpretar las catástrofes como intrusiones de la Tierra que sirven para hacernos preguntas (Stengers, 2017), pensar y prestar atención al mundo que nos rodea.

La pandemia ha hecho estallar los horizontes compartidos que teníamos de lucha, de sentido, de futuro… Sin duda, desde el encierro hemos podido prestar de nuevo atención a la praxis educativa y verla como parte de una misma crisis del mundo (Garcés, 2020). Y también en eso el virus se muestra paradójico, ya que "pese a que aparentemente el confinamiento nos ha aislado los unos de los otros, nos sitúa en un plano de relativa igualdad [porque] lo estamos viviendo juntos" (Lara, 2020). 

Estamos en un momento en el que, a través de lo que nos muestra el virus, podemos repensar la realidad, transformarla y habitar el mundo de una forma distinta (Amador, 2020). Es con estos lentes que debemos mirar y prestar atención a eso que presentimos que vendrá después del "gran encierro" y que, aunque parecerá familiar, será un paisaje desconocido.