dissabte, 4 d’octubre del 2025

VIVIR LO MUSEAL



Antes que mi praxis y acción museal “se pierdan en la oscuridad y en la distancia” (Shelley, 1818), espero tener la fuerza suficiente en los próximos años para seguir abriendo caminos que, desde las comunidades y los territorios, den cuentan de mi imaginación museográfica y mi experiencia museal en el tiempo que llevo viviendo en este país. 

Una imaginación museográfica y una experiencia museal que, siguiendo a Amador, podría definir como algo fundamentalmente práctico (que sirve al hacer sin ser utilitario), situado (que habla desde un lugar o experiencia concreta), colectivo (que se teje junto a otros en torno a problemas comunes), desafiante (que pretende no dejar al mundo ni a uno mismo igual que estaba) e implicado (que parte de preguntas que uno se hace sobre su propia vida). Una imaginación museográfica para seguir conspirando, como bien sabía Marta Combariza (STTL), desde la amistad y las ganas.

De esta forma, las palabras que siguen son como una “página doblá”. Una página que habla principalmente, pero no solo, de mi experiencia museal desde el momento, en el año 2001, que decidí trasladar mi vida a Colombia.

Como una especie de huellas, tratan de dar cuenta de una trayectoria de dos décadas que me permiten definirla como “productiva”, pero también "intensa" por la complejidad de situaciones, conciliaciones y experiencias vividas alrededor de una serie de actividades en torno a la docencia, investigación, extensión, gestión académico administrativa, etc. que se conectan y engarzan con mi pensamiento y praxis museal.


Derrotas y derroteros

Este blog me permite hacer una especie de balance, en clave colectiva, de mi experiencia museal para poder leer algunos de los logros -pero también de las “derrotas” vividas- para, de esta forma, elaborar e intuir potencias museales y, en el caso de las “derrotas”, convertirlos en “derroteros” que siempre, como sucede en las aulas, pueden compartirse con otros... En este sentido, en este blog se desentierran unas huellas y marcas de un pensamiento y una praxis. Huellas museales, museográficas, editoriales investigativas -así como también marcas relacionadas con la docencia- que se despliegan en las páginas que siguen a continuación son, como dijo el gran John Berger, “no solo lo que queda cuando algo ha desaparecido, sino que también pueden ser las marcas de un proyecto, de algo que va a revelarse”. 

Son huellas que hablan de como la museología se engarza con la vida y que, de alguna forma, dan cuenta de cómo, por medio de la investigación, la formación, el trabajo museal y el compromiso con las comunidades, aporté todo lo que pude a este país en la coexistencia pacífica y en común en múltiples espacios y por distintos medios. 

Este compromiso social e histórico lo desarrollé de forma constante,  y casi extenuante, a través de un esfuerzo por pensar y hacer posible cursos y programas curriculares en gestión de museos y patrimonio cultural; mediante algunas aportaciones y reflexiones museológicas; también a través de implementaciones museográficas en gran parte de la geografía; con praxis curatoriales soportadas en la gobernanza;  y, especialmente,  con estrategias pedagógicas llevadas a cabo en territorios lejanos y con comunidades muy diversas -algunas históricamente discriminadas, como son los campesinos, indígenas y la gente negra- que viven en los territorios de Colombia. 

Es por ello que, desde el pensamiento y la acción museal que he desarrollado en los últimos veinte años, considero que he contribuido de forma efectiva -con mi esfuerzo, compromiso y dedicación constante- a la profesionalización de la museología y, especialmente, a la conformación del campo -y tejido- museológico colombiano.

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